"Falta de fe, fascinación, gozo… Toda la esperanza. No, no es nada de esto. Es… Todo. Todo junto. Es una palabra, sensación que las une y las transforma en realidad cotidiana. Nmah, el artista. El profesor admiraba su don para salir indemne. «Hablaba de la vida como si la hubiera deseado así. Con regalos y calamidades le resultaba perfecta. Nada es importante; todo es importante. Todo en ella es sagrado. Jamás despreció nada ni a nadie». En sus canciones, el sabio trovador se recordaba desde siempre optimista y huérfano. Salvado por el ingenio y la sonrisa. Aceptaba reproches como se acepta la lluvia en el verano. Desarmado de ego. Un ¡gracias!, una sonrisa, respuestas ingeniosas que desarman y no ofenden. A los siete años, lo había sufrido todo, ya conocía el mundo. Todo lo había visto, nada le daba miedo. Fascinaba a quienes le juzgaban enemigo, le admiraban al tiempo que maldecían sonriendo. ¿Añoraba él mientras nos seducía con su banyo? Su último viaje. «Yo estoy en todas las criaturas, y todas ellas están en mí», dice una de sus canciones. Nunca dejó de abrazar. Afecto a la compañía de los bondadosos, tenía amigos en el poder y la canalla, a todos «agrandaba el corazón con abrazos y palabras, los redimía de su dolor». Decía Richard. Se colaba fácilmente en los corazones. No es casualidad que hoy coincidan en el Jardín del Adiós. Anoche supe de la muerte del poeta y presentí que no tardaría la segunda triste nueva".
«Tal como soy... ahora» de Ana Ávila de Luna Navarrete