Y veo abrir las flores amarillas
Mientras una y otra vez «Sonet»
me enreda el corazón con el recuerdo,
busco, y sin encontrar, leo y releo
versos antiguos, antiguos sentimientos.
Porque Amor siempre es el mismo, creo,
sueño viejas palabras que me sirvan.
Pero no sirven, ninguna sirve,
quiero un poema entero y nuevo
para ti, Carlos.
Quiero arrancar sonidos de los versos
que un día me sirvieron
y parirlo el más grande y más hermoso
─¡qué vano esfuerzo!─,
y verdadero,
y tuyo solo.
Mientras una y otra vez «Sonet»
me enreda el corazón con el recuerdo
y veo abrir las flores amarillas.
He perdido la costumbre,
apenas escribo ya poemas...,
y no vienen a mí, gozosas,
no susurran a mi oído
las musas, recelosas,
que me miran de lejos
sin conocerme.
Pero me empeño y busco, solo pensándote,
y entonces nace en mí tu imagen
de hace años, meses, días, unas horas...
Y sonrío,
te echo de menos,
y veo abrir las flores amarillas
mientras una y otra vez «Sonet»
me enreda el corazón con el recuerdo.
Como de un lejano astro de luz,
tras cientos de avatares me ha llegado,
viaje de casi nueve años,
tu sonrisa primera.
Y no parece más cercano octubre...
Ellas también sonríen y se acercan
de puntillas.
Y siento posarse en mí una mano,
ya no es noche, no es febrero,
fue una tarde, era verano.
Tarde en que «Sonet» nacía
quizás junto al Mediterráneo.
Fue entonces, ¡qué extraño!,
se marchó mi voluntad.
Y ahora solo puedo
imaginarte, sonreír
y ver abrir las flores amarillas.
Te echo de menos
y veo abrir las flores amarillas
mientras una y otra vez «Sonet»
me enreda el corazón con el recuerdo.
Siglos atrás, milenios,
segundo tras segundo de la historia
porque tenemos la edad del Universo.
Y veo abrir las flores amarillas...