«No debemos considerar los males que nos acechan como una desgracia, sino como algo útil». De ese pensamiento de Séneca no emana conformismo, sino todo lo contrario. Esa frase invita a exprimir cada momento de nuestra vida, a no perder el tiempo con lamentos, a aprovechar hasta la última de nuestras lágrimas para mejorar y mejorar el mundo. Los conformistas son los que exigen a los demás y no se exigen a sí mismos. Ver oportunidades para mejorar y crecer en los momentos de crisis significa que nos obligamos a aprovecharlas. A aprovechar cada cambio que llega a nuestra vida. La existencia es eso, un continuo cambio. Y de poco sirve rebelarse contra el cambio; sirve solo para transformar el dolor en sufrimiento. Debemos permitirnos el dolor, pero no aferrarnos a él, no convertirlo en sufrimiento. Debemos permitirnos el dolor, pero no aferrarnos a él, no convertirlo en sufrimiento. También hay que tener en cuenta que los que nos parecen «los otros» no son sino «otros yos» tan imperfectos como nosotros. En los actos incorrectos de los otros no debemos ver hostilidad sino sufrimiento o ignorancia. El sufrimiento y la ignorancia nos llevan a actuar incorrectamente. Séneca no consideraba únicamente la perspectiva individual. Pensaba que esas desgracias son un bien para todos. Esos «males» que nos acechan no debemos llamarlos «males», sino avatares, vicisitudes... Cambios...
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