«Todos se conocen. La ciudad enorme en obras, casi deshabitada. Una comunidad minúscula, nada pasa desapercibido a los ojos que brillan detrás de los cristales; las bocas se encargan de que nadie lo ignore. No puedes huir ni elegir tu trabajo, que te fue asignado antes de venir. Jane será, al menos hasta la llegada de los colonos, una camarera de cantina; Rebekka, ingeniera; Fred conducirá excavadoras... Por la claustrofobia, la distancia, cualquier enfrentamiento puede adquirir gran intensidad; un choque fatal en la mente de cualquiera de ellos».
«Tal como soy... ahora» de Ana Ávila de Luna