Recuerdo las noches de Reyes como una de las experiencias más emocionantes de mi vida... Y el Día de Reyes también, ¡claro! Pero la emoción de la noche de Reyes... Es una sensación imborrable...
Al día siguiente, cuando me levantaba, medio dormida..., creo que mis padres estaban más emocionados incluso que yo... Porque a mí el sueño me podía más que la emoción..., siempre he sido muy dormilona...
Seguro que mis padres me despertaban porque ya no aguantaban más... :-) Y yo, medio dormida, iba a ver qué me habían dejado los Reyes Magos...
Jamás privaría a un hijo mío de esa emoción... Es una emoción ancestral. Como la de las leyendas o el arte. La misma emoción que te produce el cine o el teatro... Un libro, un cuadro, la música... No es una emoción basada en la mentira, sino en nuestra relación con el más allá, con lo misterioso, con las incógnitas de la naturaleza. La emoción de sentir que un río te habla, una montaña te protege, la luna te mira desde lo alto...
Del Día de Reyes, aparte de mis muñecas y mis juegos, recuerdo mis bailarinas rojas... Que también son un misterio... Porque mis bailarinas rojas solo eran para el Día de Reyes. Ese día, saltaba de la cama, me ponía mis bailarinas rojas y me lanzaba a buscar mis regalos... Todo esto..., medio dormida, no nos olvidemos... Me acuerdo de mi madre, que seguramente me miraba esperando descubrir la emoción en mi cara. Mi madre, que se convirtió en un espíritu intangible un 2 de enero... Hace ya 17 años...
Pues el misterio de las bailarinas rojas no era otro que... Recuerdo habérmelas puesto un año tras otro el Día de Reyes... Un año tras otro... Pero solo se hicieron pequeñas cuando descubrí que esos Reyes Magos tenían mucha ayuda de mis padres... Que mis padres eran muy cómplices de los Reyes Magos... De repente, las bailarinas rojas se hicieron tan pequeñas que no me cabía ni medio pie...
¿Me compró mi madre unas bailarinas unas tallas más grandes para que me sirvieran año tras año? :-) ¿Crece uno de repente cuando comprende que a partir de ese momento debe crearse sus propias ilusiones?
Mis bailarinas rojas estaban adornadas con una nubecita blanca de peluche con ojos móviles... Las recuerdo así, como las he dibujado aquí.
Ana Ávila de Luna