MIS NOVELAS

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Mito de la Caverna de Platón

Thich Nhat Hanh, «Las claves del Zen»

 
Fragmento de una obra del maestro Thich Nhat Hanh, Thay:

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LA CONCIENCIA NECESARIA

Recuerdo una breve conversación entre Buda y un filósofo de su tiempo:

«He oído decir que el budismo es la doctrina de la iluminación. ¿Cuál es su método? O en otras palabras, ¿qué hacéis cada día?»
«Andamos, comemos, nos lavamos, nos sentamos...»
«¿Y qué tienen de especial esos actos? Todos andan, comen, se lavan, se sientan...»
«Existe, amigo mío, una diferencia. Cuando andamos, tenemos conciencia de que andamos; cuando comemos, tenemos conciencia de que comemos; y así sucesivamente... Cuando los otros andan, comen, se lavan, se sientan, no se dan cuenta de lo que hacen».

Esta conversación expresa claramente la necesidad de la atención que en el budismo es el secreto mediante el que el ser humano «pone luz» en su existencia, usa el poder de concentración y, en fin, hace que surjan a la luz la sabiduría y el despertar. La atención es la clave del budismo.

¿Poner luz en la existencia? Sí, este es el punto de partida. Vivir sin conciencia de lo que vivo viene a ser como no vivir. Podría decir entonces como Albert Camus en su novela «El extranjero»: «Vivo "como un muerto"». Decian los antiguos: «Si se vive en el olvido, se muere en el ensueño».

¡Cuántos hay entre nosotros y a nuestro alrededor que «viven como muertos»! Por eso, lo primero que hay que hacer es volver a estar vivo, despertarnos, ser conscientes de lo que somos, de lo que hacemos. ¿Somos conscientes de que estamos comiendo, bebiendo o sentados en meditación? ¿O estamos perdiendo el tiempo y viviendo en el olvido?

¿Ejercer el poder de la concentración? Sí, la concentración nos ayuda a centrar la atención y a saber qué estamos haciendo. Solemos ser prisioneros del medio social, estamos dominados por los acontecimientos sociales. Vivimos disgregados, perdidos. Nuestro cuerpo y mente no están armonizados. Comenzar a ser conscientes de lo que hacemos, de lo que decimos, de lo que pensamos es resistirnos a ser invadidos por el medio y por las percepciones erróneas. Cuando la lámpara de la conciencia está encendida, todo nuestro ser resplandece y también se iluminan cada uno de nuestros pensamientos y emociones. Se recupera la confianza en uno mismo y las tinieblas de la ilusión ya no pueden invadirnos. Este mero hecho desarrolla la fuerza espiritual. Te lavas las manos, te vistes, haces las cosas cotidianas como antes, pero ahora eres consciente de todos tus actos, palabras y pensamientos.

La práctica de la atención no está destinada exclusivamente a los novicios, es para todo el mundo, incluidos los grandes iluminados y el propio Buda. El poder de concentración es, de hecho, la fuerza espiritual que caracteriza a los grandes hombres y mujeres de todos los tiempos.

¿Hacer que surjan a la luz la sabiduria y el despertar? Sí, porque el fin último del zen es la visión clara de la realidad, ver las cosas como son, y eso se adquiere por medio de la concentración.

Esta visión lúcida es la iluminación, que siempre es iluminación respecto a algo, no en abstracto.

Thich Nhat Hanh, «Las claves del Zen»

https://www.enclavedelibros.com/libro/las-claves-del-zen_14423

https://plumvillage.org/es/books/zen-keys/

https://www.lavanguardia.com/vivo/20220122/8004846/frases-mas-inspiradoras-thich-nhat-hanh-pmv.html

https://elpais.com/elpais/2013/12/09/laboratorio_de_felicidad/1386603953_138660.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Th%C3%ADch_Nh%E1%BA%A5t_H%E1%BA%A1nh