Catacumbas de París... Visitantes en fila india, avanzando, avanzando, haciendo crujir la arena bajo los pies. Con una llama temblorosa en la mano, que se apaga al llegar al final. En el fondo, es la imagen de lo humano, de la vida. Todos recibimos, al nacer, una vela de duración limitada. Mientras tanto, caminamos rodeados de muertos. A veces, con respeto; a veces, chanceándonos y simulando en las esquinas tener miedo. Viendo sin cesar inscripciones, signos, que no acertamos a interpretar. Teniendo muy cerca -sobre nuestras cabezas- una raya blanca trazada con cal -el destino- que va guiando nuestros pasos irremediablemente.
«Los fantasmas de mi cerebro»
José Mª Gironella