Nada de lo acontecido durante aquellos años lamentables se ha esfumado de este cerebro destinado al dolor o a la desesperación. Tengo presente cada matiz ahogado de tu voz, cada gesto y cada movimiento nervioso de tus manos, cada una de tus amargas palabras, de tus venenosas frases. Recuerdo la calle o el río a lo largo del cual andábamos; el muro o el bosque que nos rodeaba; el punto de la esfera en que se hallaban las agujas del reloj, la dirección del viento y la forma y el color de la luna.
«De profundis»
Oscar Wilde