MIS NOVELAS

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Mis novelas

Mito de la Caverna de Platón

Carta íntima de «Ejercicios de castellano» de Azorín

 




Mi querido señor Enguidanos, en la Universidad de Texas:
Es precioso el estudio que usted tiene la bondad de dedicarme. Se titula Azorín en busca del tiempo divinal. Se publica en la meritísima revista Papeles de Son Armadans. Le estoy a usted agradecidísimo. Esta es una carta íntima; podré expresarme libremente en ella; verdad es que puedo caer en la tentación de publicarla. Escribo de noche, elucubro. No porque de noche no tenga ruidos -no los tengo tampoco de día-, sino a causa de que en la noche intempesta es cuando se da el más bajo estiaje vital. Entonces soy conmigo más riguroso, más desconfiado. El tamiz por donde han de pasar las cosas, para el concierto literario -novela o ensayo-, es más espeso. Sí, he leído a Marcel Proust, al hijo y al padre, a Proust y al profesor Proust. El sentido del tiempo depende, para mí, del temperamento. He necesitado yo siempre la melancolía; sólo con la melancolía advierto la hondura -y la plenitud- del tiempo. Habla usted de mi novela Doña Inés, y habla bajo la fe de Julián Marías -tan penetrativo- y con su criterio propio. ¡Cuán lejos está ya doña Inés! Encontró doña Inés su lenitivo en Buenos Aires; no sé si tuvo algún cojijo sentimental, al pensar en la lejana Segovia. Pero ¿y Salvadora de Olbena? ¿Qué hará en Olbena Salvadora? En toda mujer otoñal e inteligente no hay una sola mujer; hay varias mujeres. Es muy difícil estudiar a una mujer que va declinando. Doña Inés es serena; en cambio, Salvadora es -interiormente- desasosegada. Pensando en el caso, yo me desasosiego también. Tal vez si Salvadora de Olbena me lee, en su palacio de la vieja ciudad, en el salón, con las arañas de cristal límpido, tal vez, digo, se reirá, sonreirá.

Salúdole cordialmente. Azorín.
Madrid, 29 de diciembre de 1959.

Carta íntima de «Ejercicios de castellano», Azorín